Escuchar siempre la misma visita puede parecer aburrido, pero siempre aprendemos cosas nuevas o nos impacta algo diferente, sobre todo cuando las guías hablan catalán. Me fascina mucho la naturalidad de este idioma para vosotros, antes de venir aquí no pensaba que fuese un idioma muy usado, pero me imaginaba como los dialectos italianos: ahora sólo lo hablan los mayores y está desapareciendo. Me gusta mucho escuchar hablar catalán, por un lado, para ver cuánto entiendo y por otra para ver un elemento de identidad y cultura.
Mucha gente viene a ver el museo, y cuando se enteran fácilmente por mi fuerte acento, que soy italiana, se entusiasman mucho por saber cómo es Italia, cómo llegué allí, se cómo pasta todos los días (cada dos por la precisión)
Ahora imaginemos la escena de 1 italiana, 2 polacos y 4 españoles, en el mismo lugar hablando entre ellos en inglés, español y catalán, de Mequinenza. Parece una broma, pero eso fue lo que pasó en una visita cuando aparecieron dos polacos, que no hablaban español y yo hice de traductor, según lo que explicaba Rosa, la guía. Fue muy estimulante involucrarme e intentar explicar (de manera simplificada claro) la historia de Mequinenza y de los mineros en inglés.
Claro, no estoy (por suerte) todo el tiempo trabajando a los museos; también voy visitando el pueblo nuevo de Mequinenza; lo que amo es salir a correr a las 8 de la tarde por el río, con la puesta de sol y la brisa del río, observando a los pescadores esperando a un siluro de 100 kg. Me gusta mucho la comida, entre tapas y paella que comimos por ahora.
El sábado por la noche, Valeria y yo fuimos al doble concierto del ciclo “Cultura, Arte y Patrimonio”, escuchando a las canciones tradicionales, y después Rosa y su marido nos acompañaron a la plaza de Ayuntamiento, donde tomamos una copa de sangría mirando a las gentes bailar y divertirse con la música.
El domingo tuvimos la visita de un grupo de Hogar de Personas Sordas de Lleida; estaba Marta como intérprete de lo que explicaba Mónica. Me impresionó la inclusividad y naturalidad con que se desarrolló la visita, también si me resultó difícil hacerme entender en ciertas ocasiones, pude comunicarme (Mónica y yo aprendimos a decir “buenos días” en la Lengua de Signos Española).