Gastronomía de Mequinenza

Mequinenza ofrece una experiencia gastronómica única. En primavera, los abundantes campos frutales de cerezas, melocotones y albaricoques junto a los ríos, tiñen el paisaje con un espectacular manto floral de color rosa. El aceite de oliva, con raíces en la época árabe, refleja una tradición milenaria que también se manifiesta en la exquisita repostería local. Además, la miel de Mequinenza es otro de los grandes tesoros gastronómicos de la localidad, completando una oferta culinaria que seduce a los visitantes por su autenticidad, singularidad y riqueza.

El Aceite de Oliva

El aceite de oliva y el cultivo de los olivos hunden sus raíces en la fundación de Mequinenza en el siglo VIII a manos de la tribu bereber de los Miknasa. De hecho, la población fue conocida como Miknasa al-Zaytun (Mequinenza de los olivos) por el aprovechamiento de las técnicas de riego gracias a los tres ríos que confluyen en Mequinenza. 

Las aguas del Ebro, el Segre y el Cinca permitieron la expansión y el perfeccionamiento de cultivos como los olivos que hoy en día continúan proporcionando un aceite de oliva que en Mequinenza se distingue por su perfil organoléptico potente, armónico, elegante y singular.

Cerezas, melocotones y albaricoques

Las cerezas, melocotones y albaricoques de Mequinenza gozan de una reputación destacada gracias a las condiciones únicas que ofrece su microclima. Este entorno favorece una maduración rápida de las frutas, convirtiéndolas en unas de las primeras variedades en llegar a la península
ibérica cada temporada. La anticipación con la que llegan al mercado les
permite alcanzar precios elevados en la exportación, siendo altamente
valoradas tanto en el ámbito nacional como internacional. 

En primavera, Mequinenza se transforma en un espectáculo visual y olfativo, con sus campos frutales adornados por un manto rosa de flores que inunda el paisaje, haciendo de la visita a estos campos una experiencia memorable para los amantes de la naturaleza y la gastronomía.

La miel de Mequinenza

La miel de Mequinenza ha sido valorada desde tiempos antiguos por su calidad y sabor distintivo. Documentos históricos revelan que esta miel en la Edad Media se exportaba a través del río Ebro hacia el Mediterráneo, con destinos a lugares como Italia y Alejandría. Esta tradición apícola no solo destaca por su legado histórico, sino también por la continuidad en la actualidad, ya que aún persisten explotaciones familiares que preservan las técnicas de producción. Son realmente apreciadas las variedades de romero, tomillo y cerezo, siendo un producto que a día de hoy continua despertando gran interés en el mundo gastronómico.

Les Coques de San Blas y Santa Águeda

La festividad de San Blas y Santa Águeda en Mequinenza comienza con la entrega del Bastón de Mando a las Comisiones encargadas de cada celebración. Los actos religiosos se llevan a cabo el 3 de febrero para San Blas y el 5 de febrero para Santa Águeda. Las celebraciones culminan con unos espectaculares concursos de disfraces artesanales para todas las edades.

Durante estas celebraciones, se preparan las tradicionales coques, dulces típicos elaborados a base de aceite, harina y agua a los que cada comisión añade un ingrediente secreto. Esta receta especial se ha transmitido de generación en generación entre las integrantes de las Comisiones de San
Blas y Santa Águeda, manteniendo viva una tradición de más de tres siglos de antigüedad.

Recetas tradicionales: olla barrejada i olla d'oli

La olla barrejada era el plato típico que solían comer los mineros de Mequinenza todos los días de trabajo. Incluso algunos de ellos la guisaban en las dependencias de la explotación minera. 

Era un plato a base de garbanzos, carne, morcilla, patatas, alcachofa, fideos y arroz, esencialmente energético, cualidad muy apreciada para realizar trabajos de un gran esfuerzo.

La olla d’oli era menos contundente y energética que la olla barrejada, ya que en verano algunos de sus componentes eran substituidos por verduras de temporada. 

Reposteria

La repostería artesanal de Mequinenza es un testimonio vivo de la tradición culinaria local, con recetas que han sido transmitidas de generación en generación. 

Entre las delicias más representativas se encuentran los pastissets de confitat, pequeñas empanadillas rellenas de dulce de membrillo o cabello de ángel, elaboradas frecuentemente durante las festividades navideñas. Otro clásico de la repostería de Mequinenza son les mostaxoles o los mantecados.

Estas recetas, tan arraigadas en la tradición local, no solo deleitan el paladar, sino que también mantienen viva el patrimonio cultural y gastronómico de Mequinenza, ofreciendo a los visitantes una experiencia dulce y deliciosa que degustar.

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