La convocatoria se ha retrasado como consecuencia de la pandemia de la covid-19. El plazo para presentar solicitudes finalizará el 6 de noviembre.
La Fundació Joaquín Torres ha abierto el plazo para presentar solicitudes a las becas que convoca anualmente dirigidas a universitarios de Mequinensa. La convocatoria de su vigésimo séptima edición, cuyas solicitudes pueden presentarse hasta el 6 de noviembre, se ha retrasado prácticamente 6 meses como consecuencia de la pandemia de la Covid-19 y a causa de las afecciones económicas que ha tenido en los mercados que ha hecho que caiga el rendimiento de los fondos de los que dispone y cuyos beneficios nutren las ayudas.
Ante esta situación el Ajuntament de Mequinensa ha tomado la decisión de llevar a cabo una aportación proveniente del presupuesto municipal para que en 2020 puedan entregarse. En sesión plenaria, celebrada el pasado viernes 2 de octubre, Magda Godia, alcaldesa de Mequinenza, ya anunció que se estaba buscando la fórmula para hacer efectiva dicha aportación que permitiría mantener estas importantes ayudas anuales que redundan en los universitarios de la localidad, de hecho en 26 años se han entregado 616 becas por un importe total que ronda los 750.000 euros.
Estas ayudas son posibles gracias a la generosa donación de Joaquín Torres, un mequinenzano que hizo fortuna en Latinoamérica en el mundo editorial. Para poder recibirlas los solicitantes deben estar cursando, al menos, segundo de la carrera universitaria escogida, reunir los requisitos académicos que el Estado exige en la legislación de becas, haber solicitado beca al Estado y haber residido los últimos 10 años ininterrumpidamente en Mequinenza. Los interesados deben presentar la solicitud y la información requerida en la Oficina de Atención Ciudadana del Ajuntament de Mequinensa.
Joaquín Torres ArbiolJoaquín Torres Arbiol es el emigrante ultramarino más notable y generoso del “Poble”. Nacido en Mequinenza el 8 de junio de 1901, este filantrópico mequinenzano dejó su villa natal a los 21 años. En Madrid, como producto de una serie de casualidades acabó entrando a trabajar en la editorial Espasa, la futura y potente Espasa Calpe.
Tan relevante debió de ser su desempeño en la empresa que poco después, en 1926, la editorial le envió a Buenos Aires al objeto de crear una filial o delegación en la capital de Argentina. Compatibilizó su trabajo además, como comercial de otras editoriales españolas como Seix Barral y Cervantes.
Se dedicó a detectar ediciones clandestinas, fraudulentas, sobre todo las venidas de Chile, así advertía a editoriales y librerías para impedir su adquisición, luchando así contra la piratería. En el año 1931 se convirtió en propietario de la editorial Juventud Argentina.